domingo, 20 de junio de 2010

Mi prócer preferido

"Me glorío de no haber engañado jamás a ningún hombre y de haber procedido constantemente por el sendero de la razón y de la justicia, a pesar de haber conocido la ingratitud"

Manuel Belgrano (3 de junio de 1770 – 20 de junio de 1820)

domingo, 13 de junio de 2010

Skeleton

Naciste del cielo
sos hijo de Dios
tu amistad es única
gracias por ser cómo sos.

(Extracto de mi primer trabajo como ghostwriter. Escrito para ser presentado en el colegio de mi niñera Pamela*. Yo tenía ocho años y ella 14).

*Pamela era lo más. Lloré cuando se fue.

viernes, 11 de junio de 2010

Naufragio

Ay, nomás te falta el cartel de regalada.
Sí, me falta. Me lo olvidé en casa.

domingo, 6 de junio de 2010

Sobriedad

Hasta el cabalístico
Valle de las piedras, forma triangular

En las discos hay fantasmas. Mientras estamos bailando despreocupados, de pronto vemos algún fantasma entre la multitud. Claro que ni nos damos cuenta. Pasó por ahí y, aunque no lo sabemos, nadie más lo vio. Tampoco nos percatamos de que desapareció en un prender y apagar de luces.

Debo decir que las luces del boliche me resultan un poco violentas. De pronto advierto que algo negro se lanza hacia mí, y me asusto. Afortunadamente, no es un bicho, sino un efecto residual de mis pupilas dilatadas por la peculiar iluminación del lugar. A veces los bichos vienen con tanta violencia que me enceguecen. Y si estamos bailando con las manos arriba es peor. Me acuerdo de Lisa en el parque Duff y pienso "veo la música", mientras el de seguridad mira con recelo mi botella de agua mineral.

sábado, 5 de junio de 2010

Clase de actuación

"Por última vez te lo digo: este té está frío", se quejaba la hermanastra. Pero no sería la última vez. Cenicienta sabe que volverá a someterse a los mismos maltratos. "Se tiene que escuchar hasta la última butaca". “De nuevo esta parte”. "¡Tenés la bandeja en la mano!". Y a la sojuzgada Cenicienta de 12 años sólo le quedaba burlarse furtivamente, cómo no, le cambio su té, sí su señoría mantantirulirulan.

Cenicienta persistía esclavizada por la viuda de su padre. Humillada. Mujer de alcurnia, recibiendo el trato de una purulenta criada. Entonces sucede el milagro. Justo a tiempo, se manifiesta su Hada Madrina. Viene para cumplir el mayor de los deseos de la pubercita: ir al baile, esa misma noche. Hacia allí parte decidida, con su vestido de fantasía y su carroza de ilusión.

El cortesano presentaba muchachas incesantemente, pero Príncipe no daba tregua: horrible, espantosa, fea, gorda, asco. Cenicienta, por el contrario, no necesita siquiera presentación. Sólo se queda por ahí, esperando que Príncipe embelesado se le acerque. Así, se amarán hasta el frenesí. Entonces Cenicienta huirá, desapareciendo en la oscuridad, sin dejar más vestigio que un zapato perdido en la fuga. Precioso zapatito, inmaculado su cuero, tanto que algún infeliz creería que la niña atravesó las escalinatas sobre cristales. Enloquecido de pasión quedará Príncipe, sollozando sobre el esbozo de los delicados pies de su desconsuelo.

Príncipe, quién además es el príncipe del capricho y del fetiche, visitará una a una a las casamenteras del Reino. Esparcirá obsesión en cada morada, hasta hallar a la dichosa a quién el modelito le calce justo. Todas deben probárselo, sin importar si son lindas, feas o son la criada.

Fue una boda hermosa. Cenicienta es ahora legítima Princesa. Puede cumplir cualquiera de sus deseos. Y deviene mujercita adorable, y reivindica a los débiles, y vierte venganza sobre su funesta familia. Cenicienta, la eterna Soberana, y Príncipe, serán felices por siempre.