miércoles, 10 de noviembre de 2010

Julieta

¡Ah, gentil Romeo!

Si me quieres, dímelo de buena fe.

O, si crees que soy tan fácil,

me pondré áspera y rara, y diré « no »

con tal que me enamores, y no más que por ti.

Mas confía en mí: demostraré ser más fiel

que las que saben fingirse distantes.

Reconozco que habría sido más cauta

si tú, a escondidas, no hubieras oído

mi confesión de amor. Así que, perdóname

y no juzgues liviandad esta entrega

que la oscuridad de la noche ha descubierto.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Mentira

_ ¿Te gustó?
_ Sí

domingo, 7 de noviembre de 2010

El martillo

Hace poco me dio por decorar mi departamento, en el que habito hace poco más de cuatro años. Decorar mi departamento implica básicamente decorar sus paredes, ya que sus dimensiones no hacen lugar a demasiados objetos suntuarios. La no posesión de martillo fue una de las causas principales debido a las cuáles la decoración se retrasó un poco. Pero, estando próxima a abandonar el país, motivada quizás por la extensa permanencia realizando mi tesina, me surge la pulsión por clavar. Clavar lo que sea clavable a la pared por medio de clavos, objetos que, aunque parezca extraño, siempre hubo, de varios tamaños y formas.

Aprovechando una visita a lo de una amiga, le pido prestado su martillo. Primero le pregunto si tiene y, ante su respuesta afirmativa, le pido prestado su martillo.

El martillo no es el artefacto pesado e incómodo que imaginaba. Es más, es bastante liviano, práctico y manipulable, con decir que fácilmente puedo guardarlo en mi enorme cartera para trasladarlo por las quince cuadras que lo separan de mi casa. Empero, rigurosamente evito sobrecargar mi cartera hasta de objetos livianos, por el bien de mi cartera pero sobre todo de mi hombro. Así que decido caminar hasta mi casa con el martillo en la mano.

A. se quiere ir del país porque le robaron el Blackberry. A mano armada, en un hecho de obvia implicancia traumática. Ahora insiste en que no puede salir a la calle sin que le roben. Con este ya van cuatro hechos de inseguridad que empañan su historia en Buenos Aires: ya tres veces le habían pungueado la billetera. Teme transitar por las calles de esta ciudad pensando que una muerte violenta la está esperando a la vuelta de cada estadística, en la esquina de cada historia, a la plena luz del día de los medios o en la noche de las desgracias que se relatan de boca en boca.

Yo sufrí cuatro episodios de inseguridad. Una vez me sacaron una pequeña billetera con siete pesos de una carterita Candy bandolera. Otra vez, en un amontonadero del 124 con habilidad robaron mi billetera con 25 pesos, dos boletos capicúas y una tarjeta de débito. Nunca más guardé boletos capicúas. Fue peor cuando en hora pico, intentando salir de la estación Pellegrini entre una marea de gente que avanzaba despacio, me agarró un repentino ataque de paranoia mientras, sin darme cuanta, alguien abría mi mochila y se apoderaba de mi Motorola C115 monocromático con plan prepago, obligándome a comprar nuevamente el teléfono "más barato" que había pasado de valer ochenta a valer ciento cincuenta. Pero el más traumático fue durante el cumpleaños número 20 de una amiga. Su amplio departamento estaba lleno de gente amiga, gente que yo más o menos conocía y sus compañeras de la Universidad Austral. Como corresponde, dejé la cartera en la pieza, sobre la cama, junto a las demás carteras. Al regresar en un taxi, me percato de que alguien la había abierto, sustrayendo todo el dinero que tenía. Por suerte que no iba en taxi sola y los demás se ocuparon de pagar mi parte. Este último suceso debe contabilizarse como víctima de delito, como hecho de inseguridad, como caso testigo de la caida de un capitalismo imposible donde el desconocimiento de la propiedad privada ha sido sistemáticamente integrado.

Como eran cerca de las 12 de la noche, y desde que la dueña del martillo fue víctima de robo en la puerta de su casa, el alegre paseo me da un poco de aprehensión. Así que eso agrega un plus de practicidad al martillo, pienso, quién se acercaría a hacerme daño portando ese amenazante arma en la mano. Camino hacia mi casa, más rápido de lo habitual, no tanto por miedo sino por el pudor que me lo que estaría pensando la gente al ver a una damisela con semejante artefacto en la mano. Pienso en lo liviano que es. Pienso en cuantas situaciones violentas podríamos evitarnos simplemente si nos acostumbráramos a llevar un martillo en la mano por la vía pública. Pienso y un frío me corre por la espalda.

domingo, 31 de octubre de 2010

Five o' clock tea

Tell me on a Sunday please
Cuando Chipré, en su imponente living tomó el teléfono y presintió su inminente muerte, fue un instante de sutil ansiedad. El gatito gris que vivía en su ventana desde hacía tres días llegaría muy pronto a un final parecido si la aflicción impidiera a quienes fueran a participar de la situación ocuparse de su cena. Recordó también que la cerradura de la puerta principal había sido cambiada y que los interesados tendrían que ingresar por atrás, ahogándose con el polvo y las telarañas de la abandonada dependencia de servicio.
Ya eran las cinco de la tarde y su hermano Second jamás se retrasaría más de 15 minutos. Imaginó entonces los gritos y el escándalo de su cuñada Teresita contrastando con la languidez de su marido. Posiblemente traerían con ellos al pequeño Giuliano, su sobrino, al menos según su madre. Éste jamás habría de olvidar la desilusión de no haber podido, ese día, saltar en la cama king size de su tío.
Lo más probable sería que alguien activara un al instante un teléfono celular, porque nadie se atrevería nunca más a tocar un tubo que fue tétricamente sujeto por la mano de un cadáver.
Irrumpiría de pronto Mateo, con Belén casualmente detrás de él, secándose las lágrimas con papel tisú y balbucceando nimias, << treinta años>>.Mateo seguramente se sentiría molesto por la interrupción de su cotidianeidad, aunque no lo diría. Vendría apurado con lechuga entre los dientes, ya que dice practicar el vegetarianismo desde los siete años.
A esta altura de los hechos el portero ya debería haber tocado, obligando a que se destrabe la puerta de entrada, por lo que la vecina de enfrente acercaría aún más la ventana a su ventanal; a la vez que el psiquiatra del tercer piso, que estaría bajando las escaleras para llegar al hospital a las seis y media, también participaría de las novedades.
En el living el televisor permanecería aún encendido en la interminable película alemana, mientras frente a la pantalla se interpondría el médico de la familia, o lo que queda de ella, hablando demasiado bajo como para reparar en lo que dice.
Nadie habría visto entrar a Mariano, y nadie sabría quién le podría haber avisado, pobre Mariano que observaría todo con los ojos desmesuradamente abiertos y sería el único en percatarse de la  pava ya quemándose en la cocina. Pobre Mariano, Chipré por segunda vez se había olvidado de avisarle que no iría a la reunión, pero él jamás repararía en eso, sólo tocaría la frente helada de su compañero de trabajo, su amigo o su hermano del alma que jamás se enteraría de que lo era. Afortunadamente habría llegado porque sería el único en avisarle a Sofía, la única persona que Chipré quería ver en ese momento.
Ya estaría anocheciendo y Second se encontraría en la planta alta hablando inaudiblemente con el médico y sintiéndose muy importante a causa de ello, mientras Teresita lo llamaría desde el balcón adonde habría salido a tomar aire. Giuliano estaría tratando de taparle el campo visual a la vecina, mientras la abúlica Belén lo perseguiría con preceptos en contra de jugar delante del tío muerto.
Aburrimiento.
Chipré sólo desearía poder levantarse en ese momento y, exalando su materia cadavérica, tomar a Mateo del cuello y golpearlo contra la pared, apretarle la garganta hasta que se muera, mientras el forense continuaría indiferente examinado el teléfono. Pero sabe que a esa altura ya sería un sosegado cadáver sin un aliento de vida; y tampoco podría rogar a alguien hable con Sofía de su parte, sabiendo que sólo ella con su infinita sensibilidad se compadecería del gato gris que de otra manera moriría de hambre sin haber tenido siquiera un nombre.
Pero habría otra posibilidad: Mateo, consumido por la culpa y por un temor infundado, se arrojaría de rodillas al piso para confesarle todo a Second con gritos desgarradores. En ese instante un rayo haría estallar el ventanal del frente y Sofía entraría corriendo, quizá empapada, a sollozar delante del cuerpo. El gato desde algún lugar saltaría furioso sobre Mateo y lo atacaría, resistiendo estoicamente las embestidas de Teresita con un abrecartas.Pero aún así, de seguro Second arruinaría la adorable escena, ya que se sentiría tan avergonzado que diría que ya nada tiene importancia si su hermano no va a revivir. Es que al fin y al cabo, Second siempre fue un poquito imbécil. Mientras Mateo, con arañazos pero vivo, estaría convenciendo a Sofía de llevarla a su casa, Second abrazando a su mujer, Mariano sensatamente lejos y Belén apagando el televisor, Chipré pensó que su presencia o su ausencia estaría dando lo mismo.Todos retornarían a su aburrida rutina, el suceso sería contado muchísimas veces, se agregarían o quitarían hechos, pasaría a formar parte del repertorio de anécdotas y más de uno lo utilizaría banalmente para mostrarse interesante. Sólo Giuliano al crecer no recordaría nada, excepto, vagamente, que un gato gris se le acercó y le susurró que se pusiera contento, porque, tarde o temprano, la cama grande sería para él.
Y volvió Chipré a encontrarse sólo en su living,  ya habiendo agarrado fatalmente el tubo del teléfono, al momento que una descarga fulminante salía del aparato.Y la electricidad recorrió su cuerpo, mientras escuchaba el puntual timbre de Second, y luego, la nada.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Un oscuro día de justicia

Rodolfo Walsh
Allí acabó la felicidad, tan buena mientras duraba, tan parecida al pan, al vino y al amor. Recuperado Gielty sacudió al saludante Malcolm con un mazazo al hígado, y mientras Malcolm se doblaba tras una mueca de sorpresa y de dolor, el pueblo aprendió, y mientras Gielty lo arrastraba en la punta de sus puños como en los cuernos de un toro, el pueblo aprendió que estaba solo, y cuando los puñetazos que sonaban en la tarde abrieron una llaga incurable en la memoria, el pueblo aprendió que estaba solo y que debía pelear por sí mismo y que de su propia entraña sacaría los medios, el silencio, la astucia y la fuerza, mientras un último golpe lanzaba al querido tío Malcolm del otro lado de la cerca donde permaneció insensible y un héroe en la mitad del camino.
Entonces el celador Gielty volvió, y con la primera sombra de la noche en los ojos, miró una sola vez la hilera de caras majestuosamente calladas y de banderas muertas, se persignó y entró rápido.

Un oscuro día de justicia

sábado, 23 de octubre de 2010

Razones para practicar ejercicios abdominales

¿Que pasa dentro tuyo?
¿Quien eres de verdad?
Esperas de mi algo
que no te puedo dar
Perdoname si sufres
no era mi intención
no quise lastimarte
y hoy te digo adios
Estábamos viendo Ni idea con las chicas. Alguien comenta qué horribles las medias de Alicia Silverstone.Yo profetizo que las bucaneras muy pronto serán moda.
No se extrañen si, en breve, se ponen de moda los topcitos.

Cosas de la vida que me ponen alegre y triste a la vez III

Mi bikini tiene manchas de mar.

Cosas de la vida que me ponen alegre y triste a la vez II

Vendí mi top alternativo, (no encuentro mi top deportivo).

Cosas de la vida que me ponen alegre y triste a la vez

Tengo más ropa de la que mi placard puede sostener.

jueves, 14 de octubre de 2010

Larvas IV

La otra larvita

El ocio

La palabra ocio podría recordar a un folleto de agencia de viajes o quizá al suplemento más estólido del diario en verano, sin embargo, no es de uso habitual en la lengua oral. Las personas en general lo reemplazan con un repertorio de expresiones que que por cierto resultan peyorativas y maltratan injústamente a este fiel y entrañable vocablo de tan fácil pronunciación.
El ocio comúnmente se asocia al tiempo libre, el cual tal vez sea un concepto legítimo. Se utiliza con más frecuencia, es simpático, recuerda al verano, al sol, traslada a una fiesta en la playa o un campamento en las sierras (aunque jamas se haya estado en semejantes sitios).
Nuestra cultura mira con recelo al ocio. Muchas veces prefiere maltratarlo antes que resignificarlo, y lo hace con perseverancia y creatividad. En apariencia, no es valorado, aunque cuando se pone demasiado esfuerzo en desacreditar algo s porque eso es muy importante.
Ahora bien, empezando por el principio, sucede algo extraño con la cultura. Se compone de valores muchas veces incongruentes y sin  mucho sentido. Gran sensatez había en esos intrépidos antropólogos perdidos entre tribus desconocidas al afirmar que,  en el lugar donde se estén siempre hay una gran distancia entre lo que se dice que debe hacerse y lo que efectivamente se hace. Y por cierto, la sociedad puede dictar impunemente los más disparatados preceptos porque nunca se va a encontrar a un responsable.
Volviendo al tiempo libre la expresión amena, lleva en sí misma una tesis: si es libre, lo es de algo, significa que hubo un tiempo cautivo, disciplinado, regido, etcétera, etcétera... palabras que no se usan para armar otros singles retóricos (probablemente porque son poco pegadizas) ¿Qué sucede con la palabra ocio, que es tan bonita? Se produce un lapsus con ellas, quizá porque se tiene una relación conflictiva con el ocio: se lo extraña, se lo añora, se lo desea eternamente como algo que nunca se puede alcanzar, y cuando se lo tiene es causal de culpa. Culpa, palabra que se aprende desde muy pequeño, apta para colocarse dentro de proposiciones simples "¡¡Por tu culpa...!!" los chicos la usan muchísimo, realmente. ¿Y esos raptos de frustración infundados, culpa de quién son? ¿Y qué tiene que ver esto con el ocio? Habría que pensarlo cuando se disponga de tiempo libre. Aunque sería mejor ocuparlo en algo productivo.
Productivo...


Larvas III

Entre vergüenza y ocio: aquí presento dos viejas larvas. Son tan antiguas que sólo estaban en vesión papel, por lo que han sobrevivido a los continuos errores "casuales" del disco rígido que sólo le pasan a mi hermano.
PD:  sir o la ndoh an gline scr ib e...

La vergüenza

Si hablamos de la vergüenza enseguida sobreviene la idea de un sentimiento que en una escala podría ir desde molesto hasta tortuoso, pero nunca placentero. Muchas veces uno quisiera desterrar la vergüenza y no se puede juzgar eso, después de todo, ¡es tan difícil ser humano! Sometidos a un arsenal de emociones rebeldes que parecieran tener vida propia y doble voto para tomar cualquier decisión. Pero es mejor aceptar que el caos emocional nos va a acompañar durante toda la vida.
La mayoría de las personas detestan la vergüenza, aunque a pocos les interesa saber exactamente qué es. Y hacen muy bien, porque es algo extremadamente complicado y bastante tedioso de explicar. En resumidas cuentas, se diría que es una afirmación del ego a partir de la mirada del otro, por ejemplo. Visto así podría resultar simpático: es una manera algo impetuosa de confirmar que sabemos quienes somos. Entonces conservamos a.l menos algo de cordura.
De todas formas, la vergüenza sigue siendo un sentimiento incómodo. No hace falta redundar porque para eso está, para incomodar. Si existe necesidad de que eso suceda cada uno podrá considerarlo. Quizá sea mejor resignarse a pensar que lo desagradable es inevitable y así ahorrarse una angustia posterior. Dicho esto, el siguiente planteo es si la vergüenza puede excitarse. La realidad es que se lo hace todo el tiempo. Muchas son las cosas que causan vergüenza pero pocas las veces en que efectivamente se la sienten de las cuales al menos la mitad son culpa de otro. Todos hemos aprendido pronto a eludirla estratégicamente. entonces, no se la puede acusar de fastidiar inquebrantablemente porque la mayor parte del tiempo se encuentra latente. Ante la emoción que acecha, se abre un dilema permanente entre acerca de experimentarla o huir de ella. Probablemente, lo verdaderamente ingrato sea el miedo a sentir vergüenza. Además, si se lo piensa un poco, los arrebatos de pudor tienden a ser efímeros. Aunque al mismo tiempo, la vergüenza puede convertirse en una ventaja: igual que el frío, la lluvia o la programación del cable, constituye un pretexto perfecto para no hacer nada. Y nadie puede asegurar que en la capacidad de engañarse a uno mismo no pueda hallarse una forma de felicidad.
"Vergüenza es robar", nos decía la profesora de Educación Física para convencernos de que bailar zarzuela en la escuela era divertido. Hay una serie de lugares comunes acerca de la vergüenza dando vueltas que tal vez pretendan actuar por sugestión, aunque no cuentan con demasiado poder de convencimiento. No se puede decir que sea normal sentir más vergüenza al quedar en ridículo que al hacer algo malo, aunque eso suceda todo el tiempo. Muchas veces se experimenta una gran turbación ante cosas que no lo ameritan y una alegre impunidad cuando se trata de acciones por demás reprobables. Cualquiera podría decir cuáles cosas deberían a uno darle vergüenza y cuáles no, pero eso simplemente no tendría ningún sentido operativo. Sigue siendo casi imposible exigirle disciplina a la emoción más indócil y caprichosa que existe. Tal vez sea tan extraña, contradictoria y hasta absurda por ser tan esencialmente humana. Y ante eso sería el colmo pretender coherencia.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Buenos Aires 2005

Amar es mi talento, te voy a enamorar



Un vagón de subte al atardecer es el lugar exacto para convertirse en público cautivo de algún cantante ignoto que desea volver a casa con algo de efectivo. Pero este viaje al parecer va a continuar impasible. Hasta que, de pronto, unos gritos ensordecedores interrumpen el silencio agotado de las siete de la tarde. Una parejita de chicos que no pasan los diez años ha irrumpido en el vagón dispuesta a romper con la monotonía de los rieles. Las personas dentro tratamos de no inquietarnos demasiado mientras somos informados por el nene de que junto a su hermanita van a ofrecernos una canción. Pero hay algo extraño en la expresión de su voz. En realidad, es algo fuera de lo acostumbrado. Más que tristeza, hay risas. De hecho, no puede dejar de reírse mientras despliega su presentación de memoria. Es que su hermana lo está empujando como si lo quisiera tirar por un barranco o algo así. Él le devuelve los empujones; y más risas.
Eventualmente se separan, corren, no dejan de escabullirse entre la gente mientras siguen con su número. Se escuchan gritos desafinados que se parecen un poco a la cumbia boliviana más temida por los pasajeros. Y no se sabe cuál es el motivo de tanta risa. Tanto, que más de una vez se ve interrumpido el despliegue escénico.
Ni siquiera cuando claman por una moneda pueden dejar de arrojarse uno sobre otro para que las risas no paren. Son aplaudidos sin ganas. Quizás sea el momento de sentir lástima, pero el barullo no lo permite.Es que ahora se están gritando las recaudaciones del día. Vuelven  a pelearse, esta vez para definir quién logró el mejor botín.  Y otra vez se están riendo, mientras juegan una carrera hasta el siguiente vagón.

sábado, 9 de octubre de 2010

Larvas II

Soy un producto del capitalismo post- post- post... explicado y entendido.


(N de la A: Quedé en que me abstengo de juzgar, comentar, hacer acotaciones irónicas, burlarme, agregar signitos y/o cuernitos, preguntarme qué carajo me llevó a escribir semejante pelotudez aunque sea por curiosidad, así que no lo haré)

Larvas

 A veces, encuentro cosas mientras naufrago por la red. Imágenes, escritos, fotos, cosas. Cosas buenas, cosas curiosas, cosas. Otras veces, mientras estoy dedicando toda mi energía a alguna labor intelectual en particular, se me ocurren cosas que debo desechar rápidamente para continuar con mi trabajo. Si resulta que estas cosas son geniales, casi siempre se difunden por medio del dispositivo mail. Es una forma de vómito. A estas cosas yo las llamo larvas. Aunque puede ser resina, hachís, residuo valioso. O no. A veces son simplemente cosas. Principios de textos inconclusos, borradores de alguna idea abandonada. Cosas que escribí para no olvidarme y me las olvidé. A veces encuentro alguna de estas cosas y no recuerdo su origen, ni para qué las escribí, o para qué las guardé con tanto celo, ni cuando, ni por qué. Algunas raras veces esas larvas me sorprenden. Las disfruto como si fuera la primera vez que me encuentro con ellas. Menos frecuentemente aún, esas larvas son tan extrañamente provocadoras que las tomo como material para algún escrito, o para alguna cosa, o para generar una larva mejor. Otras veces, las más, esas larvas son pura escoria, mierda, paco. Por horribles o porque la incomprensión que me genera su ridiculez me hace preguntarme en qué clase de idiotez habré estado pensando.
Cada vez que pueda  presentaré algunas de esas cosas que encuentro. Quien las juzgue no seré yo.
(Me abstendré de comentarios sarcásticos ad hoc, porque eso sería hacer trampa)

Informe:

La pastillita contenta: droga alplazolam; nombre comercial Alplax.
Perfil: Aplicado. Estudioso. Concentrado. Aquiescente. Práctico. Mediador en conflictos filiales. Analgésico. Estupidizador de emociones. Freno para la taquicardia.
Estudió por mí. Rindió exámenes universitarios y firmó con mi nombre
Síndrome de abstinencia: embotamiento, vértigo, ensimismamiento, alucinaciones auditivas.

La pastillita trabajadora: droga: escitalopram; nombre comercial Lextor
Al principio se percibe la sensación novedosa de haberse metido una droga. Reconfortamiento físico y energía. Verborragia y entusiasmo cercano a la euforia.




sábado, 25 de septiembre de 2010

Bárbara

Tomemos un pájaro con las alas rosadas
Y pico de oro. Salvemos la mar.
Salvemos la tierra
Hasta el cabalístico
Valle de las piedras, forma triangular.

Los dioses se nutren de humanos. Pues oye,
Al pie de la Esfinge me poseerás.
¡Horror de los cielos! ¡Huída de estrellas!...
La Esfinge alarmada se despertará.

Después, sacrificio terrible cumplido,
Con juncos de Arabia me degollarás
Ponme el cuello blando, allí, sobre la Esfinge,

Sangre brotará
¡Oh el encantamiento que mi sangre quiebra!
Muérete de espanto: la Esfinge hablará.
Alfonsina Storni
 
Es que es mucho lo que amo a esta mujer, y lo  que amo a este poema poco conocido, hallazgo escondido dentro de una antología barata.

sábado, 28 de agosto de 2010

Diagnóstico

I would break down at your feet
And beg forgiveness
Plead with you
Finalmente, después de muchos años de inexplicable comportamiento anómico, descubrí la razón por la cuál no tolero la exposición al programa Showmatch. Durante su emisión, con un intervalo breve que, por obvias razones no pude medir con exactitud, se escucha un persistente sonido en off. Se trata de una risa, aparentemente masculina. La onomatopeya  es algo así como:
                                                            jijijijuju
o alguna variante que pudiera ser
                                                            iajijijujuu
Oir dicho sonido me provoca una irritación emocional aguda (causada quizá por una descarga repentina de cortisol) cuya reacción instintiva es la de apagar el televisor.

miércoles, 28 de julio de 2010

Verdades

Las mujeres que tienen el pelo con rulos quieren tener el pelo lacio.
Las mujeres que tienen el pelo lacio quiere tener el pelo más lacio.
Típico.

jueves, 15 de julio de 2010

Imperativo fascista de las calzas

Consideras que te hacen ver bonita esos leggings que dejan ver unas carnes algo alborotadas, por debajo de la costura torcida y la tela raida, a los lados de esas apretadas tanguitas que trasluce el indiscreto modal-con-lycra de mala calidad, todo ello combinado con el encanto del pulover corto… vamos niña que no eres tú, son las ocho y media de la mañana.

domingo, 20 de junio de 2010

Mi prócer preferido

"Me glorío de no haber engañado jamás a ningún hombre y de haber procedido constantemente por el sendero de la razón y de la justicia, a pesar de haber conocido la ingratitud"

Manuel Belgrano (3 de junio de 1770 – 20 de junio de 1820)

domingo, 13 de junio de 2010

Skeleton

Naciste del cielo
sos hijo de Dios
tu amistad es única
gracias por ser cómo sos.

(Extracto de mi primer trabajo como ghostwriter. Escrito para ser presentado en el colegio de mi niñera Pamela*. Yo tenía ocho años y ella 14).

*Pamela era lo más. Lloré cuando se fue.

viernes, 11 de junio de 2010

Naufragio

Ay, nomás te falta el cartel de regalada.
Sí, me falta. Me lo olvidé en casa.

domingo, 6 de junio de 2010

Sobriedad

Hasta el cabalístico
Valle de las piedras, forma triangular

En las discos hay fantasmas. Mientras estamos bailando despreocupados, de pronto vemos algún fantasma entre la multitud. Claro que ni nos damos cuenta. Pasó por ahí y, aunque no lo sabemos, nadie más lo vio. Tampoco nos percatamos de que desapareció en un prender y apagar de luces.

Debo decir que las luces del boliche me resultan un poco violentas. De pronto advierto que algo negro se lanza hacia mí, y me asusto. Afortunadamente, no es un bicho, sino un efecto residual de mis pupilas dilatadas por la peculiar iluminación del lugar. A veces los bichos vienen con tanta violencia que me enceguecen. Y si estamos bailando con las manos arriba es peor. Me acuerdo de Lisa en el parque Duff y pienso "veo la música", mientras el de seguridad mira con recelo mi botella de agua mineral.

sábado, 5 de junio de 2010

Clase de actuación

"Por última vez te lo digo: este té está frío", se quejaba la hermanastra. Pero no sería la última vez. Cenicienta sabe que volverá a someterse a los mismos maltratos. "Se tiene que escuchar hasta la última butaca". “De nuevo esta parte”. "¡Tenés la bandeja en la mano!". Y a la sojuzgada Cenicienta de 12 años sólo le quedaba burlarse furtivamente, cómo no, le cambio su té, sí su señoría mantantirulirulan.

Cenicienta persistía esclavizada por la viuda de su padre. Humillada. Mujer de alcurnia, recibiendo el trato de una purulenta criada. Entonces sucede el milagro. Justo a tiempo, se manifiesta su Hada Madrina. Viene para cumplir el mayor de los deseos de la pubercita: ir al baile, esa misma noche. Hacia allí parte decidida, con su vestido de fantasía y su carroza de ilusión.

El cortesano presentaba muchachas incesantemente, pero Príncipe no daba tregua: horrible, espantosa, fea, gorda, asco. Cenicienta, por el contrario, no necesita siquiera presentación. Sólo se queda por ahí, esperando que Príncipe embelesado se le acerque. Así, se amarán hasta el frenesí. Entonces Cenicienta huirá, desapareciendo en la oscuridad, sin dejar más vestigio que un zapato perdido en la fuga. Precioso zapatito, inmaculado su cuero, tanto que algún infeliz creería que la niña atravesó las escalinatas sobre cristales. Enloquecido de pasión quedará Príncipe, sollozando sobre el esbozo de los delicados pies de su desconsuelo.

Príncipe, quién además es el príncipe del capricho y del fetiche, visitará una a una a las casamenteras del Reino. Esparcirá obsesión en cada morada, hasta hallar a la dichosa a quién el modelito le calce justo. Todas deben probárselo, sin importar si son lindas, feas o son la criada.

Fue una boda hermosa. Cenicienta es ahora legítima Princesa. Puede cumplir cualquiera de sus deseos. Y deviene mujercita adorable, y reivindica a los débiles, y vierte venganza sobre su funesta familia. Cenicienta, la eterna Soberana, y Príncipe, serán felices por siempre.