jueves, 14 de octubre de 2010

Larvas IV

La otra larvita

El ocio

La palabra ocio podría recordar a un folleto de agencia de viajes o quizá al suplemento más estólido del diario en verano, sin embargo, no es de uso habitual en la lengua oral. Las personas en general lo reemplazan con un repertorio de expresiones que que por cierto resultan peyorativas y maltratan injústamente a este fiel y entrañable vocablo de tan fácil pronunciación.
El ocio comúnmente se asocia al tiempo libre, el cual tal vez sea un concepto legítimo. Se utiliza con más frecuencia, es simpático, recuerda al verano, al sol, traslada a una fiesta en la playa o un campamento en las sierras (aunque jamas se haya estado en semejantes sitios).
Nuestra cultura mira con recelo al ocio. Muchas veces prefiere maltratarlo antes que resignificarlo, y lo hace con perseverancia y creatividad. En apariencia, no es valorado, aunque cuando se pone demasiado esfuerzo en desacreditar algo s porque eso es muy importante.
Ahora bien, empezando por el principio, sucede algo extraño con la cultura. Se compone de valores muchas veces incongruentes y sin  mucho sentido. Gran sensatez había en esos intrépidos antropólogos perdidos entre tribus desconocidas al afirmar que,  en el lugar donde se estén siempre hay una gran distancia entre lo que se dice que debe hacerse y lo que efectivamente se hace. Y por cierto, la sociedad puede dictar impunemente los más disparatados preceptos porque nunca se va a encontrar a un responsable.
Volviendo al tiempo libre la expresión amena, lleva en sí misma una tesis: si es libre, lo es de algo, significa que hubo un tiempo cautivo, disciplinado, regido, etcétera, etcétera... palabras que no se usan para armar otros singles retóricos (probablemente porque son poco pegadizas) ¿Qué sucede con la palabra ocio, que es tan bonita? Se produce un lapsus con ellas, quizá porque se tiene una relación conflictiva con el ocio: se lo extraña, se lo añora, se lo desea eternamente como algo que nunca se puede alcanzar, y cuando se lo tiene es causal de culpa. Culpa, palabra que se aprende desde muy pequeño, apta para colocarse dentro de proposiciones simples "¡¡Por tu culpa...!!" los chicos la usan muchísimo, realmente. ¿Y esos raptos de frustración infundados, culpa de quién son? ¿Y qué tiene que ver esto con el ocio? Habría que pensarlo cuando se disponga de tiempo libre. Aunque sería mejor ocuparlo en algo productivo.
Productivo...


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